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miércoles, 21 de enero de 2009

BUSQUEMOS LA SALUD

Nada me satisface más que observar las actitudes que se aplican para solventar problemas que emergen de la convivencia.

Es cierto que la convivencia a veces genera rozamientos incómodos que en ocasiones, provocan chispas que nos debilitan. Lo importante de esto es, nuestra conducta y actitud para capotear la situación.

El Doctor Juan Hitzig estudió durante varios años las características de 50 longevos saludables. Su estudio le llevo a las conclusiones de que:
“Cada pensamiento genera una emoción y cada emoción moviliza un circuito hormonal que tendrá impacto en los 5 trillones de células que forman un organismo”.

El Dr. Hitzig explica:
> Las conductas "S": Serenidad, Silencio, Sabiduría, Sabor, Sexo, Sueño, Sonrisa, promueven secreción de Serotonina...

> Las conductas "R": Resentimiento, Rabia, Rencor, Reproche, Resistencias, Represión, facilitan la secreción de Cortisol, una hormona corrosiva para las células, que acelera el envejecimiento.
Las conductas "S" generan actitudes "A": Ánimo, Amor, Aprecio, Amistad, Acercamiento.
Las conductas "R" por el contrario generan actitudes "D": Depresión, Desánimo, Desesperación, Desolación.

Esta claro pues, que la segregación de Cortisol deteriora nuestra salud y predispone a la enfermedad, mientras que la secreción de Serotonia, puede proporcionarnos un estado de ánimo que repercute en el bienestar interior y la evitación de trastornos, tanto biológicos como psíquicos que en realidad inciden en nuestra vida diaria y en nuestra convivencia con los que tenemos alrededor.

Nada más grato para la convivencia que: el AMOR, el ÁNIMO, el
APRECIO, la AMISTAD, y el ACERCAMIENTO al ser humano.

Deseo de corazón, que todos aprendamos este vocabulario emocional del Dr. Hitzig.

Sinceramente, GARITONA

domingo, 14 de diciembre de 2008

LA VIDA, LA SOCIEDAD, LOS AMIGOS




LA FAMILIA:

Es el rincón donde se nace, se crece, adquieres valores, ríes, lloras…

El corazón de la madre que sentido desde la gestación, da bienestar al ser concebido, y la mano del padre acariciando el vientre de la madre que transmite seguridad, son dos transmisores humanos y naturales. Pues bien, desde mi punto de vista, hay que ver como un ser natural, después del nacimiento poco a poco se transforma de alguna forma, en ser “ARTIFICIAL”, a veces necesario, otras peligroso.

LA SOCIEDAD:

Maquiavelo venia a decir, que el hombre desde que nace hasta que muere está sujeto a las normas sociales, esto es, en cuanto nace el ser humano, le están esperando unas normas establecidas, que quiera o no, deberá someterse a ellas para estar “NORMALIZADO”, para ser un “ADAPTADO” social. Normas creadas por el hombre/mujer, y para el hombre/mujer, han hecho un mundo artificial. Por un lado necesario para una convivencia, y por otro lado para formalizar unos derechos y unas obligaciones.

La cultura, la formación, los miedos, la fe y las ideologías políticas, son factores artificiales que transforman, modelan y a veces corrompen al hombre/mujer. El entorno o contexto, también es provocador e influyente a la hora de “modelar” al ser humano.

Es verdad que la VIDA es natural, que la SOCIEDAD es natural y que los AMIGOS si no son naturales, si que al menos son parte afectiva nuestra y por ende, necesarios.
El caso es que desde mi reflexión, las normas, las influencias de la educación, las ideologías, fe, miedos, etc, pueden colocar a un individuo a mucha distancia de otro ser humano, esto es, aquel que tiene la suerte de ser formado para poder distinguir los valores necesarios para convivir en una sociedad en paz y armónica, crea distancia con otro que esté esculpido en el fanatismo (cualquiera que sea: religioso, político, racial, económico, lingüístico…).

No quiero en absoluto olvidarme de la gran distancia que hay entre unos y otros, pero el que más destaca, es el ser humano de aquella sociedad que por desgracia, no han llegado los avances sociales más elementales y necesarios a sus vidas, esto es: LA EDUCACIÓN Y LA SALUD.

Las distancias duelen, pero ésta última, sangra.

El equilibrio ¿quien lo estable?
La justicia ¿de quien depende?
Sea de quien sea, es hora de acercar posiciones. Veintiún siglos para llegar donde estamos…. ¡que barbaridad! Como me duele pensar en la ARTIFICIALIDAD!.
GARITONA






miércoles, 10 de diciembre de 2008

lunes, 8 de diciembre de 2008

VE LEYENDO, HIJO


VE LEYENDO HIJO

Cuando mi juventud se aleje y la huella de los años se reflejen en mi apariencia, ejercita la paciencia conmigo. Recuerda, que cuando eras “chico” pase muchas horas enseñándote a realizar las mismas cosas que hoy yo no puedo resolver sola.

Cuando observes mi torpeza frente a toda la tecnología actual y comprendas que me falta agilidad para comprender, párate y dedícame tu tiempo. Recuerda que fui yo quien te enseñó esas cosas simples que hoy te hacen fuerte ante la vida.

Si observas que repito esas cosas que a veces sabes el final, escúchame. Cuando eras chiquitito, tuve que repetirte cientos de veces esos cuentos que te hacían dormir, y esas canciones que te hacía bailar.

Si mientras llevamos una conversación, tu ves que me olvido alguna cosa, por favor!, dame tiempo para recuperar la memoria, también puede ser que yo no le de importancia a “eso” que tu esperas oír, para mí, lo más importante es que me escuches y que podamos estar unos momentos juntos.

Si ves que mis piernas se cansan al subir las escaleras, préstame tu mano para que yo me pueda apoyar en ella, de esta manera lo hice yo cuando tú comenzabas a dar tus primeros pasos. Dame un poquito de tu amor, entiéndeme y apóyame como en un principio lo hice yo contigo y aun hoy, estoy aqui a tu lado. Te diré, que siempre he deseado lo mejor para ti. Que te he querido fuerte antes las dificultades. Se que tú también me quisiste de la misma forma que yo y que me admirabas de ser como yo era era. Hoy, soy yo la que me lleno de alegría y de admiración de verte como te enfrentas a la vida y de ser quien eres.

Cuando mis años de juventud se hayan ido, así como yo estuve juntito a ti, acompañándote y enseñándote a dar pasos, hoy te pido que me acompañes hacia donde me lleva la vida. Que feliz seré, si conforme van pasando los años, tú, mi hijo, me acompañas caminando juntos.

GARITONA,

tu madre

PROPONEMOS TEMA





COMUNICACIÓN DESCRIPTIVA:

La comunicación descriptiva es aquella que debemos fomentar en nuestros hijos e hijas. Es una comunicación basada en la realidad de los hechos, lugar en donde han ocurrido, personas intervinientes... Es una descripción de lo ocurrido.Aquí no interviene la interpretación. El añadir cosas podría ser causa de empeoramiento (en según que casos).

COMUNICACIÓN PREDICTIVA

La comunicación predictiva debe hacerse con conocimiento y madurez. Más que fomentar esta comunicación en la primera infancia de nuestros hijos/as, sería conveniente conocerla bien nosotros los adultos.

Este tipo de comunicación marca que hay relaciones interpersonales y conocimiento del otro.

Pongamos un ejemplo:

Supongamos que Manuel dice: La guerra genera pobreza, destrucción, odio... Los hombres deben unirse para construir.....

Conociendo al supuesto Manuel y con la afirmación que supuestamente nos ha dicho, podríamos predecir que Manuel está en contra de la guerra y a favor de la construcción social. Este ejemplo que hemos querido traer aquí, es una forma didáctica de ejemplificar que es una comunicación predictiva. Vemos aquí, que este tipo de comunicación permite visualizar cómo se comportará Manuel ante una circunstancia social, razonablemente negativa o positiva.

COMUNICACIÓN EXPLICATIVA

Con este tipo de comunicación, lo se intenta es explicar los motivos que mueven a las personas a comportarse de una determinada manera.

Debemos decir, que las personas que utilizan este tipo de información, deben tener conocimientos suficientes como para argumentar la cuestión concreta. Para que nuestro comportamiento sea explicativo, debemos conocer en realidad lo que encierran los contenidos y por supuesto, conocer a la persona que los emite.

SI ME DEMORO, COMIENCEN LA CRISIS SIN MI






SI ME DEMORO, COMIENCEN LA CRISIS SIN MI !!! .


Desde la observación, tener la capacidad de reflexionar, el valor y coraje de volver a comenzar es poseer un sensibilidad exquisita.

La cultura colorista de música, cremas, coches, perfúmenes, etc. a través de los medios de comunicación, nos viene dado con la presencia de cuerpos esculturales de hombres y mujeres jóvenes que a nivel social causan impacto.

Desde la pedagogía y psicología, la atención la acaparan la infancia y la juventud. Se les enseña a la infancia y a la juventud a resolver sus conflictos, a adquirir una independencia equilibrada capaz de actuar con coherencia en la vida. Junto a ellos nos encontramos, padres, maestros, abuelos, cuidadores... SE DEBE CUIDAR CADA UNO DE LOS DETALLES de ese proceso de maduración que hace el camino hacia la adultez. Muñecas, montajes, cuentos, caballitos de madera u otro materia quedan fuera de la atención de éstos aprendices de adultos.

Todos nuestros recursos como adultos los hemos puesto en juego, con el fin de dar soporte a todos estos “enanitos grandullones” que son nuestros hijos/as, alumnos/as, nietos/as... Ahora,

· la juventud ha desaparecido
· el cuerpo está deteriorado
· el alma dolida por el olvido
· la ilusión .... ¿dónde ha ido a parar?


Encontrarse con las manos vacías, las mejillas mojadas todavía de haberse deslizado por ellas unas lágrimas que quemaban.

NO, no aceptar la invisibilidad familiar y social. Vivir, ser, estar en sociedad, y como miembro de ella, no se puede permitir quedarse al margen.

Se necesita recibir y también hay muchas cosas que dar. Siempre dando o queriendo dar.... No se si fue generosa la donación, pero lo cierto es, que lo que se dió, fue con alegría y sin intención de ser compensado.

Hoy, se NECESITA poner punto y aparte. Se necesita comenzar de nuevo pero desde mi “YO”. Necesito poner en orden mi mejor “dependencia”, MI “realidad”.

ð el amor
ð los temores
ð las dudas
ð la timidez interior
ð la imagen interna y externa
ð la capacidad de relación
ð ....

Nos entretuvimos durante mucho tiempo viviendo para los otros, e invertimos nuestra vida en los demás. No nos dimos cuenta de que había que irse renovando porque emergía un mundo lleno de novedades que afectaban nuestro “hábitat”. La nueva cultura nos llamaba a la puerta preguntando si queríamos dedicarnos un poquito a la renovación personal.... Siii, ya lo creo que si!!

Ahora estaba el “COMO” y el “DONDE” ¿...?

Crear un grupo de personas adultas (parejas, divorciados/as, solteros/as, matrimonios...) a partir de una celebración fue la mejor idea. De la observación y del escuchar, se saca mucho provecho profesional. Es de aquí donde nacen ideas, crecen sentimientos, surge el trabajo.

Trabajo de coordinar, motivar, dinamizar a personas adultas, que consideran que ya tienen todo hecho, que se sienten con cansancio interior pero que se quejan, porque al fin y al cabo, consideran que la vida en algún momento les ha “TIMADO”. Pagaron a precio muy alto su juventud, su amistad, su amor...

Aquí comienza mi trabajo con este grupo, hacerles reflexionar sobre la singularidad: SER TÚ
Pero mirando hacia adelante, tan solo mirando hacia atrás para sacar lección de lo anterior.

Dar formación de forma que no se sientan ni aburridos ni agobiados. Presentarles el ocio, pero desde la cooperación, y darles orientación cuando la soliciten. Estar junto a ellos siendo uno de ellos. Compartir la sonrisa si la “cosa” no nos provocó la carcajada.



Carmen BURGOS
Pedagoga

LA ABUELA DE IVAN Y SU DESVAN


La abuela de Iván, toda la vida había tenido una manía: ¡guardar los trastos que habían usado y disfrutado en familia!. Para ellos había un lugar especial: el desván de la casa.
Iván era un niño de diez años, que se pasaba los veranos en casa de los abuelos paternos. Éstos tenían una casa grande y solariega donde había un jardín precioso con rosales, parras donde nacía rica uva, un pino, un limonero y algún que otro frutal. Esta casa era una de las muchas que componían un pueblecito pequeño, donde los vecinos procuraban no ensuciar sus calles, y además, cuidaban entre todos los jardines que en él había. En este pueblo crecían tanto los árboles, que lo cubrían todo y había tantos, tantos, que cuando los conductores pasaban por la carretera que bordeaba el pueblo, creían que aquello era un bosque. Pero no, no era un bosque, era un pueblecito hermoso y muy fresco para pasar allí las vacaciones de verano.
Como niño curioso que era Iván, sabía todos los rincones de la casa de los abuelos, bueno, todos no, había una puerta en lo más alto de la casa de los abuelos, que siempre estaba cerrada y que para él encerraba cosas misteriosas.
El hecho de no haber visto nunca el contenido de la habitación, le despertaba curiosidad...
-¿por qué estará siempre cerrada bajo llave esa habitación?. ¿Qué encerrará allí la abuela?
Cuando le solía preguntar a la abuela sobre las posibles cosas que había en esa habitación misteriosa, la abuela contestaba:
- Hay historias de amor; recuerdos; sueños ; infancia superada...
- ¿Qué querrá decir la abuela con todas esas palabras?.... sueños... infancia superada....
Iván no entendía nada de nada y todavía se hacia más lío en la cabeza.
Cada noche cuando se iba a dormir, se hacía el siguiente propósito:
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- Mañana vigilaré a los abuelos para ver donde esconden la “llave misteriosa”. Iré tras ellos en todo lo que hagan. Tengo que enterarme que hay dentro de la habitación misteriosa....
Era tanta la curiosidad que tenía Iván, que a veces soñaba por las noches que en casa de los abuelos había un tesoro.
A mitad de verano llegó a la casa su hermana Sofía. Esto le complicaba más su idea inflexible de descubrir lo misterioso de la casa. A pesar de que como hermanos tenían alguna que otra discusión, si era cierto que se querían mucho, lo que pasa es que Sofía era más pequeña que Iván y siempre le seguía a todas partes cuando no iban al colegio. Partir de ahora, en vez de vigilar Iván a los abuelos en todos los movimientos que hacían durante el día, sería a él a quien le seguiría su hermana, y eso era un fastidio. Tener detrás a su hermana Sofía era un tostón para Iván.
A la hora de la siesta de un día de Agosto, Iván se levantó de puntillas sin hacer ruido mientras todos estaban descansando, y se dirigió al piso de arriba para ver si conseguía un descuido de la abuela y se encontraba con que la llave de la puerta estaba puesta, o bien que se hubiese cerrado la puerta en falso.
Con mucho sigilo, se dirigió hacia las escaleras de madera con las zapatillas de deporte en la mano y, despacito de puntillas, fue subiendo escalón por escalón sin hacer ruido ni siquiera para respirar. Cuando llegó frente a la puerta del lugar que a él le parecía misterioso, vio que aparentemente estaba cerrada, pero colocó su palma de la mano sobre el pomo, porque tenía el presentimiento de que era un cierre en falso. Dejo sus zapatillas en el escalón y...
- ¡EUREKA!
Sintió un latido fuerte en su corazón y una alegría inmensa al ver que al apoyar su mano en el pomo de la puerta, ésta cedió y se abrió de par en par.
- ¡Aja!, esto es un mundo divertido y diverso...
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El orden de las cosas no era muy atractivo ante sus ojos, pero sí la multitud de cosas que allí había. Para él, esto era como haber encontrado un tesoro.
¡Había conseguido su objetivo!.
Siguió andando con mucho cuidado entre las cosas que allí había, para hacer un primer reconocimiento por todo ese territorio desconocido para él.
Con el fin de que no lo sorprendieran, cerro la puerta con mucho cuidado desde dentro y pensó:
- ¿por dónde empiezo?...Bien, comenzaré por la parte izquierda que es la que está más lejos de la puerta de entrada.
Allí había un diván tapizado a cuadros azules, verdes, rojos y amarillos.
- La verdad que está bien cuidado. –Se dijo a sí mismo -.
Un poquito más separado, un gran espejo con marco de madera en color rojo. Al lado del espejo y haciendo de tope para que no cayese al suelo, había un baúl con unas chapas en las esquinas que parecían de oro y con el cierre a juego.
- No lo voy abrir ahora, debo ver todas las cosas sin tocar nada - se dijo Iván -.
Más al centro de esa habitación había una mesa con un tocadiscos, una radio, una máquina de escribir, y también había una caja de zapatos con muchos papeles escritos y doblados todos a la misma medida.
- ¿Quién escribiría en ésta máquina tan extraña? ¿Por qué tiene un papel enroscado?. Iván se hacía montones de preguntas.
Detrás de la columna central, había un caballo de cartón que estaba clavado en una plataforma de madera que tenía ruedas...
- ¡uff, que lástima que estén durmiendo! – esto lo decía porque se moría de ganas de hacer una carrera con aquel caballo grande que estaba allí-.
A Iván se le hacía tarde en cuanto que la siesta en casa de los abuelos era de una hora aproximadamente, y él ya llevaba una hora mirando todo.
Como no quería levantar sospechas, cogió nuevamente en sus manos las zapatillas
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de deporte, abrió la puerta con sumo cuidado, se colocó un peldaño más abajo, y cerró acompañando la puerta con la mano suavemente hasta que quedó ajustada, evitando de esa forma hacer ruido. Después, conteniendo la respiración, se dirigió a la habitación donde normalmente le obligaban a hacer la siesta y allí se acostó simulando un placido sueño.
Cuando el sol ya no quemaba tanto, era la hora de levantarse de la siesta. El abuelo los llamó para que se levantaran a merendar.
Cuando estaban merendando, Sofía le confesó en voz muy baja, que le había visto irse de puntillas con las zapatillas en la mano y luego le había visto volver de igual manera.
- ¡Sopla! –exclamó Iván-
Ahora se encontraba con el problema de haber sido visto por su hermana; menudo problema se le presentaba conociendo como era para guardarle secretos... Si le contaba donde había estado, se lo diría a la abuela y nunca más podría volver a visitar ese espacio misterioso que estaba por descubrir. Si no se lo decía, en cuanto le hiciera alguna jugarreta Iván, tendría motivos Sofía para jugar la baza de contar que Iván no dormía la siesta, y si no dormía la siesta en la cama ¿dónde iba Iván a esa hora?. Bueno, para solucionar ese intríngulis Iván le dijo:
- He tenido diarrea y he pasado todo ese tiempo en el lavabo. No quería despertar a los abuelos
- ¿cómo? -Contestó la abuela que en ese momento le escuchó-. Ahora mismo te vas a tomar la infusión de hierbas que curan la diarrea.
¡En menudo lío se había metido Iván con eso de la diarrea!
Pobre Iván, antes de que le diera tiempo de hincarle el diente al bocadillo de nocilla que tenía entre sus manos para merendar, la abuela se lo sustituía por una taza de un brebaje que desprendía un olor insoportable para él.
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Iván cerró los ojos y pensó:
- Tomaré el brebaje este pero no le diré a Sofía ni a nadie donde he pasado la hora de la siesta.
Durante cuatro días tuvo que soportar la dieta que le presentaba la abuela. Era una dieta que le costaba mucho sacrificio tragar, pero que todo lo hacia por no hacer partícipe a Sofía del secreto que tenía.
En este período de tratamiento de la diarrea, los abuelos planearon hacer una excursión al huerto montados todos en las bicicletas, para recoger un poco de verdura y algo de fruta para las necesidades de la casa. Por supuesto que cada uno tenía su bicicleta con su cesta correspondiente.
Iván les dijo:
- Yo me quedaré en casa descansando porque cuando pedaleo la bicicleta me duele todavía la tripa.
Ignoraban todos que eso era una excusa, una estrategia que iba a poner en marcha una vez se encontrara solo en casa. Fue pues la excursión al huerto la mejor oportunidad para Iván. Una vez emprendieron la marcha hacia el huerto, el abuelo, la abuela y Sofía, Iván aprovechó para subir al desván y comenzar su investigación particular por aquel lugar. Se sentó en el diván a cuadros; se miró en el espejo e hizo mil y una postura. Se miró de cerca; se fue un poco más lejos; se miró el perfil... en fin, a través del espejo encontraba posibilidades de que algún día podría ser artista.
Después de estar un buen rato haciendo mímica y guiños al espejo, corrió a montarse en aquel caballo de cartón.
- ¡aupa!.
Se montó en el caballo, y una vez arriba sentado, se dio cuenta que los pies le llegaban al suelo y que éstos podían hacer la función de las patas del animal. Pues bien, haciendo un relinche perfecto, comenzó un recorrido por todo el desván.
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Se divirtió de lo lindo haciendo sus carreras de lado a lado del desván levantando polvo como si se tratara de una huida por el camino de la polvorosa. Después de todo el recorrido, tuvo mucho cuidado en dejarlo para que ocupara el mismo lugar donde se encontraba al principio. No quería que notasen que alguien había estado ahí.
Después de tanta carrera a caballo decidió abrir el misterioso baúl y cual fue su sorpresa que estaba lleno de disfraces y de accesorios. Había sombreros, espadas, antifaces, botas, cananas.. tantas cosas, que bien se podría hacer una buena representación teatral con todo ello. Mientras lo descubría se le iban ocurriendo ideas y posibilidades para dar vida a personajes de teatro y cuentos. Allí arrodillado frente al baúl estuvo mirado y pensando en que algún día podía tener la oportunidad de lucir esas vestimentas. También se preguntaba de quien podían ser.
- Bueno, lo mejor de todo es que estoy conociendo los secretos de la abuela.
Mirando y mirando, llegó a la mesa colocada casi en el centro del desván. Allí estaba la máquina negra que tenía enrocado un papel. Se acercó y vio que había un escrito que comenzaba así:
“Amor, para mí tú has sido siempre maravillosa. Tienes unas cualidades que me impresionan y que siempre admiraré hasta el fin de mis días.
Tengo tanto que agradecerte...
Me has dado tu juventud, tus risas, tus carcajadas, tus palabras de aliento, tu ternura... Hemos compartido todo. Eres mi alegría diaria. Siempre te quiero Amor”.
Iván se quedó sin aliento. Quería adivinar quien escribió eso y a quien iba dirigido. Su curiosidad y el azar, hicieron que sus manos fueran a parar a la caja de zapatos que había detrás de la máquina de escribir. Allí encontró más escritos. Había poemas, cartas de amor, diálogos para teatros, frases... era una caja llenita de amor y de creatividad literaria.
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Desde aquel instante, Iván empezó a comprender el mundo de los mayores...
- Yo me estoy haciendo muy mayor- se dijo así mismo -.
Ya habían pasado aproximadamente tres horas, cuando oyó bullicio en el jardín y tuvo que abandonar el desván, así que cerró la puerta y bajo corriendo a tumbarse para simular que había estado descansando en el sofá de la sala.
Los días de vacaciones iban cada vez menguando, así que tenía que aprovechar para saber lo máximo de aquel territorio nuevo para él.
Una tarde cuando Iván y Sofía estaban juntos jugando, a Iván le asaltó la duda de decirle o no decirle la verdad a su hermana, pero se retraía porque la veía muy infantil. Quizá lo que él había descubierto era un lugar prohibido para ella. Iván jugaba con la ventaja de lo que había descubierto y con la realidad de Sofía, -la veía demasiado pequeña- y esto era un aspecto que correspondía a una persona que se hacía mayor.
Un día en el desayuno, la abuela les comentó:
- Se acerca el cumpleaños del abuelo y quiero regalarle una fiesta familiar en el jardín, donde todos participemos y disfrutemos de ella.
Tanto Iván como Sofía se prestaron para ayudar a preparar la fiesta sin que el abuelo se enterase.
Iván hacía sus escapadas al desván a hurtadillas, sin que nadie lo viera. Allí se disfrazaba y allí se quedaba leyendo aquellos escritos tan bonitos que ignoraba quien los había escrito. En una de las ocasiones, se disfrazó de don Juan Tenorio, cogió un poema de los que había escritos en la caja de zapatos, y comenzó a declamar delante del gran espejo del desván. Le gustó como quedaba, y pensó que sería mejor que todo aquello lo pudiera disfrutar también su hermana Sofía, aunque tenía un montón de dudas en su cabeza...
- Se lo digo, no se lo digo... es demasiado pequeña... uff!, que lío tengo –se dijo

haciendo un movimiento con la cabeza-. .
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Por fin, a la hora de la merienda salieron al jardín, y decidió contárselo todo a Sofía. Ella se quedó boquiabierta, no creía lo que le decía su hermano. Prometieron no decir nada a nadie e hicieron un pacto entre los dos:
Cada día hasta el cumpleaños del abuelo, deberían subir al desván para preparar una sorpresa dedicada para todos, pero muy especialmente para el abuelo. Así lo hicieron, y el día de la fiesta por la mañana, como habían llegado de la ciudad los padres de Iván y Sofía, les pidieron que les preparasen un pequeño escenario a un lado del jardín. Los papás accedieron a la petición y colocaron un pequeño escenario con farolillos, banderolas, globos de colores y una pancarta que confeccionaron entre los cuatro y que ponía lo siguiente:
Gracias por compartir tu vida con nosotros, GRANDULLÓN.
Esta pancarta iba dirigida al abuelo que seguramente se emocionaría al leerla.
Para comer, la abuela preparó delicias de todo tipo, bebidas con sabores de frutas, pastelitos y para la hora del café...
¡SORPRESA!
Subió al escenario Sofía y anuncio lo siguiente:
- Querido público, tengo el gusto de presentar ante todos ustedes, al artista más artista de todos los artistas. Con ustedes... Iván interpretando: el desván de Iván
Por detrás del escenario tenía preparada la ropa Iván, que le dio tiempo a cambiarse mientras su hermana Sofía hacía la presentación, así que salió al centro e hizo un saludo doblando su cuerpo hacia delante. Todos se quedaron sorprendidos al ver la indumentaria que llevaba Iván. ºPantalón negro de satén, camisa con chorreras, capa negra forrada en color rojo, sombrero de tres picos, unas puñetas de ganchillo que parecían a las de un magistrado, y zapatos con unas hebillas grandotas.
Todos guardaron silencio y fue entonces cuando empezó a declamar versos que había encontrado en el desván. Fue desgranando versos con poses teatrales y aire de artista consagrado.
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Una vez acabó de recitar, todos aplaudieron mucho, pero el que más aplaudió y el que se quedó sólo mucho más rato, fue el abuelo, tanto y tanto aplaudió, que las manos se le quedaron rojas y calientes, tan calientes, que incluso le picaban.
Iván bajo del escenario y fue a felicitar al abuelo, éste lo abrazó y le susurro al oído:
- El traje que llevas es de tu papá cuando era niño. Lo utilizó en una obra de teatro que hizo en su colegio. Lo que has narrado, lo escribí yo para la abuela.
Iván notó mucho calor en la espalda y el pecho. Cuando el abuelo le soltó del abrazo, le dio un beso en la frente. Después, Iván fue hacia su mamá para contarle lo que le pasaba. Ella le dijo bajito:
- LO QUE TE PASA ES, QUE EL ABUELO TE HA LLENADO DE AMOR.
Fue entonces cuando logró comprender lo que le dijo la abuela sobre el contenido que tenía el desván:
- Hay historias de amor;
- Recuerdos;
- Sueños;
- Infancia superada...
Iván comprendió en aquel instante, por qué la abuela no tiraba nada. Era imposible tirar el AMOR.

GARITONA
Cuento registrado en:
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